- ¿En qué momento te diste cuenta que lo tuyo era el arte?

Tengo recuerdos a los doce años más o menos, escribía mucho, demasiado. Cuentos, ideas, palabras que quedaban lindas juntas. Me lo pedía el cuerpo como desde el pecho.  Tanto escribía que cuando no tenía papel empezaba a escribir en mi escritorio, en la mesita de luz, en la silla de mi cuarto.  Tengo todos los muebles, todavía, manchados con palabras. Me despertaba en el medio de la noche y escribía. Vaya uno a saber porqué, era como catártico. Me hacía bien, así de simple. Y cuando algo te hace bien no podes dejar de hacerlo.

 Nunca mostraba lo que hacía, me daba mucha vergüenza. Me sentía desnuda al mostrarlo, como vulnerable pero con el tiempo gané confianza.
Es un proceso, uno se da cuenta que la satisfacción de exponerse es resultado de confianza y orgullo por lo que hace.

 

- Experimentás el arte en todas sus formas, desde acuarelas a fotografía pasando por la música, la escritura y el cine: ¿cómo llegas a la elección de una entre tantas ramas para expresarte?

Mi problema, (o capacidad) es que no puedo elegir una rama. Si bien lo audiovisual es lo que termina siempre “ganando”, no podría limitarme a realizar sólo una cosa, sería como atentar contra mí misma. Me gusta la multiplicidad. Nunca es suficiente, siempre quiero más. Y por eso elijo experimentar varias ramas, incluso al mismo tiempo. Quiero aprender lo más que pueda, realizar la mayor cantidad de cosas. Un día me despierto con ganas de pintar, otro aparece una foto, otro día escuchando una canción nace una historia, no se es un poco incontrolado.

  Todo tiene sus límites, llega un punto en el que necesito recurrir a otra cosa para intentar hacer entender lo que siento. Y me doy cuenta que los artistas que más aprecio son aquellos que combinan técnicas, que te elevan haciéndote ruido, que cambian la manera de ver las cosas. Que te hacen torcer la cabeza, mirar detenidamente, preguntarte, generarte dudas.

 

- ¿Qué te llevó a involucrarte en el arte cinematográfico? 

Siempre me pareció atractiva la idea de filmar. Me fascina el movimiento. La imagen en movimiento es, para mí, el invento más increíble que existe. Es el arte llevado a la máxima potencia. Está todo ahí. Pensarlo un segundo, miles de imágenes puestas una al lado de la otra que dan la ilusión de movimiento. La ilusión. ¡Es re poético! Es como capturar un recuerdito y tenerlo vivo ahí por siempre, impreso. Y como fue evolucionando, combinándose con miles de otras disciplinas. Todo pensado, todo escrito, manipulando la luz, adicionándole sonido, actuación, etc. Todo está en continuo movimiento, todo el tiempo, como danzando.

Pero el cine realmente es un mundo bastante extraño, la competencia, los premios y esas cosas que carecen de carácter leal. Prefiero filmar lo que tengo a mi alcance, experimentando, que la música me dicte las imágenes, pintar fotogramas, no sé. Eso siento que encaja más conmigo. Uno tiene que disfrutar lo que hace, es simple. El cine es complicado cuando uno se mete en todo ese universo competitivo. Yo quiero hacer imágenes que hablen por si solas no por lo que está escrito en una formula.

 

- Actualmente estas recorriendo el mundo junto a tu arte, ¿qué nos podes contar sobre esta experiencia? qué lugares/sitios estuviste conociendo?

Estuve en España, Inglaterra, Holanda, Bélgica, Francia y ahora estoy en Italia. Es un viaje que estoy haciendo con Den, mi amiga de toda la vida. Desde hace un par de años estuvimos trabajando para hacerlo posible. Sacamos solo un pasaje de ida y nos fuimos. Sin pensarlo tanto, sin saber bien a qué lugares íbamos a ir yendo. Hospedándonos en casas de gente, amigos o familia. Vendiendo en la calle nuestras pinturas. Filmando mucho y editando videos.
 Es muy enriquecedor, hay que aprender de cada lugar. Estar en contacto con nuevas personas, compartiendo lo que te nace es una de las formas más fuertes de expresarse. Porque no es lo mismo la interpretación de personas que viven en un ambiente parecido al propio. Cuando despegas de la tierra que siempre pisaste, que siempre viste, y conoces la mirada de otro tipo de personas, con otros idiomas, con otras costumbres, el resultado es asombroso, uno crece más rápido. Se achican las fronteras, se ven nuevos colores. Siento que viajando mejore mucho y se pusieron en crisis muchas cosas que creía. Es descubrirse y no limitarse. Además te alimentas de paisajes distintos, de nuevas comidas. Es imposible no absorber positividad y creatividad.

 

- ¿Es posible vivir del arte?

Yo actualmente no vivo de esto, pero vivo por esto. Tengo mis trabajos y proyectos con los cuales sustento ciertas cosas y la idea es que poco a poco se incrementen para poder vivir solo de esto. Pero eso no es ninguna traba.  La respuesta depende de cuánto uno necesita también. Si no hago estas cosas, mi vida sería absurda. El arte y viajar son unos primos muy cercanos. Hay que saber manejarse, administrarse. Disfrutar al máximo los veranos y soportar y aprender en los inviernos.

Los límites están en la cabeza de uno. A veces se cree que algo es imposible, porque nunca se puso en práctica.

Yo poco a poco sustento cada vez más cosas con lo que hago. Y hay gente mucho más capacitada que yo y experta que vive de esto. ¿Por qué sería imposible vivir del arte?
Por supuesto que se puede, lleva trabajo, tiempo y dedicación. Las cosas deben ser así, hay que ganárselas, trabajar por ellas.  Y si te pones a pensar, después de todo si es lo que te nace y te hace bien vas a hacerlo viviendo o no de ello. Tengo muy en claro que nunca voy a dejar de hacer estas cosas. Si las vengo haciendo desde que me acuerdo. Todo llega, el secreto es moverse y no desesperar.